lunes, 17 de enero de 2011


Que necesario, en estas fechas,
recapitular sobre el devenir de las cosas,
que muchas comienzan puras en los eneros que nacen,
y acaban impúdicas y lascivas a los diciembres que terminan.
He aquí, terco amigo mio, el ciclo natural de la vida;
que lo hoy a nuestros ojos parece un joven hermoso,
acabará siendo antes o después, que de eso se encarga el tiempo,
un viejo de los que sacuden de asco las entrañas.
Con las cosas del espíritu pasa lo mismo, el amor o la amistad
(andemos con el reparo de las distinciones)
se corrompen y se convierte en otra cosa de la que originalmente era.
La respuesta está en acostumbrarse y en gozar de lo que el tiempo nos ha transformado.
Espero que sepas hacerlo... yo recién aprendí.

Este texto me lo mandó una persona a la que quiero mucho

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