Como he visto en vuestro foro que tratáis el tema de la "violencia de género", quiero enviaros mi comentario en forma de un poema persona que compuse a esta lacra social que tanta víctima está ocacionando. Espero que os guste.Saludos cordiales y amistosos de Wenceslao Mohedas Ramos Jaraicejo (Cáceres) / Barcelona
LA VIL VIOLENCIA DE GÉNERO
La vil violencia de género está subiendo de número por tanto ser energúmeno que el noble instinto venéreo convierte en impulso espúreo.
Sin la cordial concordancia, ya su eros se erosiona, su moral se desmorona por nefasta intolerancia que hace fiera a la persona.
Sin los valores morales y, en su ciego egocentrismo, su funesto fanatismo se arma de malos modales para un cruento cainismo.
Roto el conyugal consorcio del matrimonio sin yugo, el amor muere sin jugo y diverge hacia el divorcio donde un consorte es verdugo.
Con su insólita insolencia y su abuso de poder, se hace juez de su mujer y, hoy, dicta mortal sentencia a quien fue su esposa ayer.
Y, en su alocado desnorte, con un impulso ferino, el consorte masculino mata al fraterno consorte y llega a ser su asesino.
1 comentario:
Como he visto en vuestro foro que tratáis el tema de la "violencia de género", quiero enviaros mi comentario en forma de un poema persona que compuse a esta lacra social que tanta víctima está ocacionando. Espero que os guste.Saludos cordiales y amistosos de
Wenceslao Mohedas Ramos
Jaraicejo (Cáceres) / Barcelona
LA VIL VIOLENCIA DE GÉNERO
La vil violencia de género
está subiendo de número
por tanto ser energúmeno
que el noble instinto venéreo
convierte en impulso espúreo.
Sin la cordial concordancia,
ya su eros se erosiona,
su moral se desmorona
por nefasta intolerancia
que hace fiera a la persona.
Sin los valores morales
y, en su ciego egocentrismo,
su funesto fanatismo
se arma de malos modales
para un cruento cainismo.
Roto el conyugal consorcio
del matrimonio sin yugo,
el amor muere sin jugo
y diverge hacia el divorcio
donde un consorte es verdugo.
Con su insólita insolencia
y su abuso de poder,
se hace juez de su mujer
y, hoy, dicta mortal sentencia
a quien fue su esposa ayer.
Y, en su alocado desnorte,
con un impulso ferino,
el consorte masculino
mata al fraterno consorte
y llega a ser su asesino.
Wenceslao Mohedas Ramos
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